El anticongelante no solo protege el motor del frío: es esencial para mantener la temperatura ideal durante todo el año. Sin él, el propulsor trabajaría en condiciones extremas que acortarían drásticamente su vida útil.
Aunque a simple vista todos los líquidos parezcan iguales, los colores del refrigerante indican mucho más que una cuestión estética. Azul, verde, rosa o amarillo: cada tonalidad revela una composición química distinta y, por tanto, una protección diferente.
Cada fabricante utiliza su propio código de color —Volkswagen y Audi optan por el rosa, BMW y Mazda por el verde o azul, Renault por el amarillo—, y los coches híbridos incluso emplean dos tipos distintos. Por eso, la regla de oro es no mezclar colores y usar siempre el tipo recomendado en el manual del vehículo.
Mezclar anticongelantes diferentes puede provocar depósitos sólidos, corrosión o daños graves en el sistema de refrigeración. Si no sabes cuál lleva tu coche, lo mejor es añadir agua destilada temporalmente y hacer un cambio completo cuanto antes.
El líquido refrigerante se debe sustituir cada 4 años o entre 100.000 y 200.000 km, según el tipo de motor. Mantenerlo en buen estado garantiza un funcionamiento óptimo y evita averías costosas.
